Noche de Brujas

¿Se acuerdan de aquel lunes 25 de abril, lunes en que Santiago se vio sorprendido por una tormenta eléctrica llena de truenos, relámpagos, rayos y centellas? Bueno, pues la explicación para tanta luminosidad en el cielo y tanto revuelo en Santiago no tuvo un origen meteorológico, sino más bien artístico.
Los truenos no fueron más que las fanfarrias previas al ingreso de cinco Brujas al estudio fotográfico de Mario Salazar y los relámpagos los flashes que esa noche se dispararon para retratar a los “Angeles de Chile”, para envidia de Charlie.
La idea de Paparazzi era captar, en su máximo brillo, a las protagonistas de la exitosa teleserie Brujas, objetivo que se cumplió con los resultados que todos podemos apreciar.
Claro que a mí me tocó la parte dura de la jornada… tener que conversar, sapear, observar, admirar, comparar, asombrar y conocer a cada una de las Brujas. Y lo que fue aún más sacrificado: tuve que estar con ellas desde las siete de la tarde hasta pasada la una de la mañana y aguantar ver cómo las peinaban, maquillaban y vestían con finos y elegantes atuendos que sólo hacían resaltar lo mejor de cada una.
Un trabajo sacrificado, pero alguien tenía que hacerlo.
Entre zapatos, vestidos, blusas, pantalones, poleras, faldas, chaquetas, cinturones, anteojos, cintillos y accesorios varios, cada una de las Brujas tuvo para elegir cientos de combinaciones de marcas top y piezas exclusivas.
Esta vez dejaron de lado sus corporativos uniformes y se vistieron de mujeres sexys, verdaderas profesionales de la belleza.
Ingrid Cruz, por ejemplo, llegó con una polera negra, ajustada, que decía “Dirty”… a lo chica traviesa. Y siguió en esa onda, posando para el lente con una chaqueta de cuero digna del más motoquero.
Nada que ver con la estructurada y poco demostrativa señorita Grethel Schmidt.
A la inversa de su personaje, al cual hemos visto frecuentemente con la cara de dos metros capítulo a capítulo, Ingrid demostró ser mucho más sonriente y cálida que la teutona sureña que le derrite los helados al Jason (Juan Falcón).
A Ingrid le gusta salir del set, llegar a su departamento –que comparte con Antonella- y quedarse en trance un buen rato, mientras acaricia a su gato Fursio (futura pareja de Huesa, una gata a la cual le fascina Ripley) y se despide por algunas horas de la Grethel.
Mientras me contaba esto la Mané Swett estudiaba su guión.
Lo contrario pasó con Elvira López, cuyo personaje (Candelaria Pérez) brilla por sus trajes celestes llenos de lentejuelas aptos para seguir las coreografías de la Raffaella Carrá.
La noche del 25 Elvira se vistió de garbo y con su elegante vestido negro, su pelo en llamas y sus intensos ojos azules transformó una sesión fotográfica en una gala.
Claro que al principio se descolocó un poco –no le avisaron que la cosa era foto y algo más- y ante la entrevista se mostró algo seria, de carácter fuerte, frases golpeadas y totalmente a la defensiva.
Claro que le bastó entrar en confianza un rato después para que se lo hablara todo y resumiera en dos palabras su actual momento en brujas. “La raja”.
Y mientras me contaba esto la Mané Swett estudiaba su guión.
Antonella Ríos es como mono animado. Y no sólo porque llegó con un estampado de comic japonés en su polera, sino porque salta, grita, baila y se mueve como heroína de Robotech… y se sabe sensual.
Le pregunté cuánto había de ella en su chispeante y apasionado personaje Mariana Carvajal. Si la brujita es rosado Antonella es rojo. Se definió como más apasionada, más misteriosa, más volcánica (acorde con nuestra geografía).
Y la verdad es que sí. Para las fotos posó con pantalones y después con vestido y Antonella derrocha energía, sensualidad y coquetería.
Habría que verla amasando los ingredientes de los ñoquis que le gusta preparar, porque si cocina la mitad de lo que juguetea… afírmate Barañao.
Obviamente, mientras Antonella me contaba esto la Mané Swett estudiaba su guión.
Lorena Capetillo fue la primera en llegar y a la primera que entrevisté. Ella representa a Nadia Fuentes, una joven que busca a su príncipe azul, que es sensible y llorona.
Y aunque hoy su príncipe azul es su pequeño hijo, Lorena sí se muestra como una mujer sensible, a la cual le llegan al fondo del corazón cosas como la fragilidad humana o la pena de un niño.
Lorena es de esas mujeres a las que uno quisiera tener como mejor amiga. Es de las que se echa en su gran cama, llena de suaves cojines, y abraza a su peluche gigante.
Y además cocina rico –lasagna con espinacas es una de sus especialidades-, es buena profesional del servicio dentro de su casa y con un vestido elegante demuestra que si fuera un auto no sólo el interior es de lujo, sino que la carrocería también es admirable.
¿Y la Mané Swett estudiaba su guión?
Ya no, porque era su turno de hablar conmigo. Resulta que a María Elena Swett le da mucha seguridad estudiar y siempre trata de adelantar las cosas y así ayudarse en la vida.
Cuida el descanso y la alimentación –la vi comer hartas galletas- y su jugo de naranja es sagrado.
La Mané Swett llega a su casa y juega con su gata Huesa (futura pareja de Fursio, un gato que todavía ve Primer Plano) y que luego de ponerse pijama y acostarse (ella, no la gata) vuelve a retomar los guiones y repasar a su personaje Casandra García.
Se sabe bonita y se conoce lo suficientemente bien como para aprovecharse al máximo frente a una cámara. Sus rasgos bien definidos, su pelo rubio, su manera de ser y su belleza son el mejor hechizo de esta Bruja 100% profesional que, según dijo, aprendió a mirarse como su propia creación, sin piedad, pero a la vez sin pudor para decirse “bien Mané”.
Me dijo que le gustaría interpretar a una mujer que no sepa ser mujer, que sea torpe, brusca, violenta, media abrutada. Lo veo casi imposible en una chica que es totalmente femenina, hábil, delicada, tierna, muy enfocada. Cuando la inscribieron en el Registro Civil seguramente se equivocaron. Su apellido debería ser Sweet, por lo dulce.
Aquel lunes 25 de abril todos los encantos, las magias y los hechizos que transmiten de lunes a viernes las Brujas quedaron plasmados en el papel.
Ni Harry Potter, ni Dorothy con el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león cobarde conocieron brujitas como éstas. Brujas que usan la escoba como profesionales del servicio y que lejos de ser feas y terroríficas son pura belleza y simpatía.
Quedé embrujado, a mucha honra.

Giorgio Montalbetti.